LATIDOS DE NORMALIDAD
Los alumnos de bachillerato del Colegio Claret de Segovia, volvieron a ser protagonistas de un acto académico con la celebración de la inauguración oficial del curso 20/21. Aquellos jóvenes y adolescentes que no pudieron despedir el anterior por estar confinados, ahora volvían a estar presentes con la esperanza de que el futuro sea, poco a poco, un reflejo de la verdadera normalidad que ansían tener y que, no hace tanto tiempo, disfrutaron, sin saber, que estaba en peligro.
Bajo el lema del Claret para este curso, “Arriba los Corazones”, los distintos ponentes, ahondaron en la visión que, desde cada una de sus facetas, proporciona el corazón.
Así, Llanos Monreal, acompañada a la guitarra de Fernando Ortiz, ambos integrantes de El Nuevo Mester de Juglaría, y ex profesores de este centro educativo, años atrás, trasladaron la importancia que, en su música y el folklore, ha tenido el corazón, tanto desde la técnica y la expresión, como en los contenidos y sensibilidades, intercalando distintas piezas en sus intervenciones, poniendo el colofón con la versión acústica del tema Yo vengo a ofrecer mi corazón, de Fito Páez.
La faceta en el arte de la literatura y sus registros a lo largo de las distintas corrientes, fue el argumento desarrollado por el también profesor del colegio y académico de San Quirce, Juan Antonio del Barrio, que hizo un recorrido por las distintas acepciones del corazón, como sentimiento de amor y del bien, como conciencia moral, elemento de la poesía amorosa o, incluso, el tránsito, desde la poesía erótica, hasta ser lugar de encuentro con Dios, en San Juan de la Cruz y Santa Teresa, demostrando que es cierto que “el idioma del corazón es universal, solo se necesita sensibilidad para entenderlo y hablarlo”.
Diego González, claretiano segoviano, puso de relieve lo que recoge El Principito cuando dice: “Solo se ve bien con el corazón: lo esencial es invisible para los ojos”, acercando la teología desde el corazón y desde lo humano, un término que aparece casi novecientas veces en la Biblia, en clave de amor, y que conviene recordar en un momento en el que, según él, hemos desplazado todo el peso a lo racional en lugar de hacerlo a la capacidad contemplativa, al ámbito de lo emocional y de lo afectivo.
Así, se entraba, en el Colegio Claret, en un nuevo reto, el de afrontar, un curso con la intención de que lo emocional no quede oculto tras las obligadas mascarillas y que, la distancia social, no suponga una barrera que impida caminar juntos hacia un futuro lleno de oportunidades para los más jóvenes quienes, como el Leñador de Hojalata de El Mago de Oz, busquen un corazón que les permita amar, sentir y, en definitiva, vivir de forma plena.