En este siglo XXI, no hace falta decir que nuestra humanidad también se hace presente en las redes sociales. Ya pasó aquel primer momento en que hablar de nuevas formas de comunicación era hablar de una revolución en la manera de relacionarnos. Hoy manejamos palabras como Facebook, Twitter, o Youtube en conversaciones cotidianas, y no hace falta ser un experto en tecnología para saber que detrás de ellas se refleja parte de lo que somos. Y por ello también conviene pararse a reflexionar.
Así, nuestro colegio Corazón de María de Zamora propició un espacio en el que formular preguntas a cerca del buen uso que especialmente los jóvenes hacen de las redes sociales. De tal modo, el pasado día 5 de mayo, a través de medios telemáticos, la policía nacional se acercó a sus aulas de la ESO para cuestionar las rutinas e inercias que nos tienen pendientes de avisos y notificaciones en nuestros móviles y dispositivos. ¿Por qué sigo en tal o cual red social?, ¿Qué aporta a la vida y qué resta? ¿Qué imagen doy?, ¿Se corresponde con quien soy o he caído en apariencias? ¿Cuál es el grado de ruido e interferencia que introduce en mi vida ordinaria? ¿Por qué hago lo que hago en la red? Parecen interrogantes muy evidentes, pero no por ello dejan de ser esenciales. Eliminar y simplificar nos ahorrará disgustos, máxime si tenemos en cuenta que en el planeta digital, como en el mundo, se establecen vínculos que al cabo podrían resultar tóxicos. Y sobre este punto pivotó la segunda parte de la charla. Tomar el control de las redes sociales y no dejar que el continuo bombardeo y rutinas expansivas se apoderen de nuestro espacio. “Enviar fotografías por Internet es asumir que ya no te pertenecen, e incluso que podrían llegar a perjudicarte en el futuro”, advirtió el agente de policía.
Es más que evidente el enriquecimiento que genera la comunicación y el compartir contenidos relevantes, pero también lo es el riesgo de vivir siempre hacia fuera, pendiente del qué dirán y actuando en función de una demanda de éxito. “Encajemos las redes sociales en la propia vida, y no permitamos que sea al revés”, finalizó el conferenciante.