Cualquier aficionado al baloncesto de los años 90 en España conoce la trayectoria deportiva del pívot Iñaki Zubizarreta (Madrid, 1972). Lo que pocos saben es que, en la cumbre de su carrera, habiendo ganado reconocimientos por doquier y cuando aún no contaba 30 años, sonó un crack y algo dentro de él se rompió. Solo comenzó a recomponerse cuando supo identificarlo y hacerle frente. En el pasado fue víctima de acoso escolar y llegó el día en que su mente le avisó de que ya no podía mirar para otro lado. Zubizarreta padeció en su preadolescencia un año lleno de insultos, desprecios, amenazas y agresiones por parte de alumnos cuatro cursos mayores que él. El por qué empezó no puede saberse a ciencia cierta, pero sí es conocido el qué: su desmesurada altura resultaba fácil de identificar por contraste con la norma. Sufrió ‘bullying’ y no lo había contado a nadie.
Hoy, sin embargo, es capaz de ofrecer charlas contra el acoso escolar y el colegio Claret de Madrid tuvo la suerte de contar con una, la cual fue recibida por los alumnos de Educación Secundaria. La idea surgió de unos padres del AMPA y el colegio contactó con Zubizarreta. Los tiempos coincidían, pues el conferenciante debía de pasar por Madrid para recoger un premio concedido a la Liga ACB por valores en el deporte. No lo dudó, sacó un hueco y la mañana del 10 de febrero, en el salón de actos del colegio, despiezó su vida ante seiscientos alumnos. “No se movía ni una mosca”, recuerda Andrés Lagar, Orientador de secundaria del Claret. Iñaki Zubizarreta, contando cómo él mismo se convirtió en punto de fuga de todas las frustraciones de un grupo de compañeros, sensibilizó mil veces mejor que un grupo entero de psicólogos. “Sabe cómo hablar y, sobre todo, sabe qué aspectos subrayar para que todos puedan ponerse en la piel de la víctima. A los alumnos les impactó especialmente el silencio de aquellos que tenían conocimiento de su situación y no le defendieron. También profesores. Cuánto dolía oírle describir esa especie de no responsabilidad compartida, cuando aquella barbaridad que la víctima sufre se perpetúa en comandita: unos callaron lo que otros estaban destrozando”, recuerda Lagar.
El Colegio Claret de Madrid lleva años trabajando en la prevención de acoso escolar, procurando entre sus alumnos un clima de cuidado y respeto. El propio Andrés Lagar forma parte del Equipo de Mediación liderado por el Coordinador de Convivencia y dos profesoras de la ESO, figuras clave a la hora de enfrentar cualquier problema de este tipo. “Nuestra labor consiste en gestionar estos casos desde que salta la primera alarma, ofreciendo herramientas para que las dos partes encuentren por sí mismas la solución a sus conflictos”. Para ello se apoya en treinta profesores específicamente formados en este campo y en cincuenta alumnos “a los que llamamos ‘observadores’, y que han recibido unas charlas para poder identificar la gravedad de cada asunto”, finaliza Lagar. El resultado está siendo muy positivo, e iniciativas como esta charla animan a seguir trabajando juntos a favor de un ambiente donde prime la relación con los demás, aprendiendo el valor de las diferencias, la solución de conflictos y el cuidado del entorno.