El Colegio Claret de Benimaclet, en Valencia, en su empeño enformar personas capaces de comprender, respetar y fomentar la paz, abrió sus aulas a la oenegé Integra-2 para trabajar conjuntamente durante dos días en un proyecto con los niños de 4º y 5º de Primaria. El objetivo fue mostrar la solidaridad como posibilidad y como imperativo, desde la realidad y para la realidad.
Así, con los alumnos de nueve años, el trabajo compartido cristalizó en la realización de un vídeo que buscaba potenciar la creación de hábitos que muestren valores como la deferencia y el respeto que merece el otro. Es decir, se invitó a los más pequeños a mirar de otra manera a su alrededor, pese a las diferencias que existen desde cada punto de vista y que tantas veces se nos presentan como barreras. La novedad de este proyecto reside en que fueron los propios niños quienes, cámara en mano, grabaron a sus compañeros mientras estos perfilaban el rostro de la solidaridad con un dibujo libre.
Por otra parte, los niños de un curso más avanzado, aquellos que cuentan ya 10 años cumplidos, escribieron unas cartas que trascenderán fronteras de todo tipo: políticas, religiosas, culturales y territoriales. Unas líneas remitidas por alumnos del Claret y que viajarán hasta un campo de refugiados en Jordania donde otros niños, obligados a permanecer allí, leerán el afecto que desde Valencia se les envía. El proyecto, formulado a partir del interrogante “¿Pensáis que cualquier niño de vuestra edad podría llegar a ser astronauta?”, abrió espontáneamente en los alumnos del Claret una mirada desde el corazón, aquella que reconoce al otro en su dignidad y en sus sueños, sea cual sea su situación.
Que las actitudes se aprenden a través del proceso educativo, no admite discusión, pero dibujarle un rostro a los más sufrientes y dejarse afectar por la privación de los derechos de otros niños ha resultado un factor de capital importancia para romper con cualquier argumento que contribuya a la indiferencia.

