Los enfoques de aprendizaje activo basados en el juego ofrecen una oportunidad que los maestros de primero de primaria de nuestro Colegio Claret de Madrid aprovechan creativamente, enseñando así a los niños pequeños a descubrir el enorme potencial que ellos mismos tienen dentro. Los alumnos son protagonistas de su propio aprendizaje, desarrollan su autonomía y su nivel de decisión. Y además, “se lo pasan pirata”. No puede ser de otra manera cuando la experiencia giraba en torno a la búsqueda de un tesoro, el tesoro de la sabiduría.
Así, los pequeños marineros se estuvieron preparando, sentando las bases para el desarrollo de conocimientos clave. Un tesoro de tal magnitud requiere de tiempo, espacio y acompañamiento. Hay que planificarlo todo muy bien. Así, la cosa empezó el día que los piratas Luma, Pompi, Peluso, Mémola y Pepe llegaron a las aulas de primero de primaria cargados con un cofre lleno de letras. Andaban buscando a nuevos piratas que les ayudaran a encontrar el tesoro de la sabiduría. Así, los marineros tuvieron que hacer memoria de lo aprendido años atrás y reconocer las letras, los números, las pequeñas sumas y restas. Había que trabajar para poder subir al gran barco pirata y encontrar el tesoro. Fueron días de expresar sus ideas, pensamientos y sentimientos. De interactuar entre ellos y con los profesores, y resolver conflictos, y salir airosos de todos ellos.
El mucho trabajo tuvo su recompensa. Las competencias ya estaban conseguidas y la orden, dada: “mañana venid al cole disfrazados de piratas”, les dijeron sus tutores. Ese día no hubo alumno de primero de primaria que llegara tarde. De hecho, en la fila que da acceso al gran patio, los piratas entraron los primeros. Sus profesores, vestidos para la ocasión al igual que sus alumnos, les guiaron al barco y el tesoro apareció: eran sus maestros de infantil, los que les enseñaron a leer y escribir y a ser tan buenos niños como son ahora. A todos se les brindó un tiempo para estar juntos, recordar la etapa que acababan de dejar y celebrar que ya son un poco más mayores. Los pequeños de los mayores. ¡Su carita de felicidad sí que era un tesoro!